El Racó de la Pintora es un lugar acogedor y tranquilo. La comida deliciosa, especialmente el arroz del senyoret. El trato de María y Emilio es excepcional, siempre atentos. Solo un detalle, la cena cierra pronto, así que hay que planear con tiempo. ¡Sin duda volveré!

El jardín y la atención son excepcionales.

Qué delicia los pasteles frescos que ofrecen! Además, la piscina es un auténtico oasis para relajarse después de un día explorando. La tranquilidad del lugar me hizo sentir como en un sueño.

Aunque tenía una habitación en la planta baja y no pude abrir la ventana, no empañó mi experiencia en este lugar maravilloso.

Tranquilidad en un rincón especial

El hotel El Racó de la Pintora es un refugio encantador. La atención de María y Emilio es excepcional, y el desayuno es algo digno de resaltar. Disfruté de la piscina y del ambiente relajante que ofrece.

El acceso al hotel puede ser complicado si no conoces bien la zona. Además, la cocina cierra bastante temprano, lo que puede limitar las opciones para cenar si llegas tarde.

la piscina es genial y permite relajarse después de un día largo. el suelo de madera cruje.

El lugar es un encanto, con un jardín precioso y una piscina perfecta para relajarse. La habitación estaba muy limpia y tenía un baño amplio. La atención de María y Emilio es ejemplar, te hacen sentir como en casa.

Todo ha sido perfecto.

seguro que volveré

Las habitaciones son geniales, con aire acondicionado, baño cómodo y limpio, además de televisión y escritorio. El sitio tiene una piscina perfecta para relajarse y un patio chulo. La atención de Blanca y Emilio fue impresionante, hacía que te sintieras como en casa. Comimos muy rico, el arroz del senyoret estaba delicioso.

El lugar es un encanto, con un jardín precioso y una piscina perfecta para relajarse. La habitación estaba muy limpia y contaba con un baño amplio. La atención de María y Emilio es excepcional, te hacen sentir como en casa.

Acceso complicado.

El lugar es increíblemente acogedor y tranquilo, ideal para desconectar. La atención de María y Emilio, quienes se encargan del lugar, es excepcional. Comimos el rabo de toro y fue simplemente espectacular, además del arroz del senyoret que estaba delicioso. La piscina, a principios de junio, tenía una temperatura perfecta para disfrutar.

El acceso al hotel es algo complicado si no conoces la zona, además la cocina cierra bastante temprano, a las nueve y media, lo cual puede representar un inconveniente para quienes lleguen más tarde.

tranquilidad del entorno, piscina a buena temperatura, aparcamiento para el coche

El suelo de madera cruje por cada paso que das, y el agua de la ducha cambia de temperatura constantemente. Además, el acceso al hotel es complicado si no conoces bien la zona. ¡Un poco más de señalización no vendría mal!!!